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Homilía en el 5to Aniversario del Fallecimiento de Mons. Demetrio Molloy, Obispo de Huancavelica

Les comparto una homilía del año 2018 en este 9no aniversario de la muerte de Mons. Demetrio.

¡Para recordarlo siempre!


Pbro. Carlos Esteban López Bonifacio
19 de agosto de 2018
Catedral de Huancavelica

Queridos hermanos sacerdotes, Padre Mariano, Padre Enrique quien vino de Polonia después de 13 años justo para este día especial 19 de agosto, Padres Roosvelt Flores, Roosvelt Chahuayo, Padre William y los sacerdotes que nos acompañan. Estimadas religiosas Hijas de Santa María del Corazón de Jesús, Religiosas Canonesas de la Cruz, Hermanitas de los Ancianos Desamparados, estimadas autoridades y queridos hermanos todos:

Dice el salmo “Gusten y vean que bueno es el Señor” (Salmo 33). Hace cinco años Monseñor nos dejó un 19 de agosto y cada 19 de agosto es un día especial para nuestra Diócesis porque cuando una persona conoce su pasado, tiene memoria de su pasado sabe a dónde va, una persona -nos dice el Papa Francisco- debe conocer sus raíces y amar sus raíces… y creo que muchos de nosotros no estaríamos aquí -me incluyo- si no hubiera sido por Monseñor Demetrio Molloy.

Él en los cerca de 30 años que trabajó en esta Diócesis, ha sembrado la fe en este pueblo. Es hermoso recordar cómo Monseñor Demetrio cuando llegó a esta Diócesis había muchas dificultades. No solo por la escasez de sacerdotes sino también las dificultades materiales propias de esta región. Huancavelica es el departamento más pobre, más necesitado. Además se sumaba a todos estos problemas la violencia, el odio encarnado en el  terrorismo. Muchas autoridades no querían estar aquí, sus vidas corrían peligro y algunos ofrendaron su vida. Pero Monseñor siempre estuvo “al pie del cañón” (si se pudiera utilizar esta expresión). Monseñor nunca abandonó su Diócesis. Más bien, en medio de tanto mal, él impulsó una cultura de paz.  Para eso, se dio cuenta que era necesario poner el amor de Dios en los corazones y esa tarea es la tarea de un sacerdote. De ahí, la gran misión que realizó de buscar vocaciones para el sacerdocio e impulsar los dos seminarios y durante su ministerio episcopal ordenó poco más de veinticinco sacerdotes. Y aquellos años ningún sacerdote dejó el ministerio. También trajo a las religiosas a quienes apoyó bastante, algunas de ellas están aquí gracias a Monseñor Demetrio, en este continente además.

Hermanos, tantas cosas se pueden hablar del trabajo de nuestro obispo. Recordamos el pasado y recordamos que era un hombre que transmitía a Dios y hoy las lecturas nos hablan, la primera lectura libro de Sabiduría, nos habla de participar en el banquete. El cielo es como una fiesta, un banquete de bodas… nos anuncia que tenemos que alimentarnos del Pan y Vino, del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Eso nos recuerda. Nuestro Señor y nos enseña en el Evangelio que hemos escuchado, capítulo seis del Evangelio según San Juan. Jesús dice: “Yo soy el pan de vida”. Podemos preguntarnos ¿dónde estaba el secreto de este obispo que era un hombre muy de Dios e hizo tantas obras apostólicas y obras sociales en favor de las personas necesitadas? en aquellos años no había “Qali Warma” y comenzó con el comedor de los niños. Los ancianos no tenían dónde ser acogidos y ahí están las religiosas, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Los jóvenes tuvieron la oportunidad de formarse profesionalmente como maestros gracias al Instituto Santa Rosa, tantas cosas… Uno puede preguntarse ¿de dónde sacaba esa fuerza el Señor Obispo? y además ¿por qué siempre estaba contento?, creo que la alegría de él era  lo que cautivaba a muchas personas y esa alegría transmitía a Dios. La alegría muy unida también a la música. Es algo que siempre hemos visto en el Señor Obispo. Creo que el Evangelio nos puede iluminar porque sabemos que Monseñor Demetrio no es un santo canonizado por la Iglesia pero todo hermano que nos deja buen ejemplo es algo que debemos valorar y no debemos olvidar, más bien tenemos que darlo a conocer. Y ese secreto que tenía el Señor Obispo de donde sacaba tantas fuerzas es un secreto sabido para los santos: hay que amar a Jesús presente en la Eucaristía.

Eso se nota de una manera muy especial el día de hoy. Todos estamos de paso. Monseñor decía yo soy el cuarto obispo de esta Diócesis. Monseñor Isidro es el quinto obispo. No sabemos quién vendrá. Las personas mayores nos van precediendo en el encuentro con Dios. Muchos han fallecido. El día de mañana nos va a tocar a nosotros y a nuestros seres queridos. El único que permanece firme es Jesús, los demás pasamos, somos transitorios. El único que permanece El mismo ayer, hoy y siempre es Jesús (Cfr. Heb 13,8). Por eso, el escuchar el Evangelio según San Juan creo que nos debe mover a que amemos más a Jesús presente en la Hostia Consagrada. Esta Diócesis caminará segura si busca a Jesús Sacramentado. Esta Parroquia nos sigue a una persona humana, los párrocos estamos y venimos. Todos debemos seguir a Jesús, a nadie más. Y en tu familia el centro debe ser Jesús.

Podemos, por eso,  también ver el presente. Hoy ¿cuánto estamos amando nosotros a Nuestro Señor presente en la Hostia Consagrada? Uno de los impulsos que dio nuestro obispo, aquí en Huancavelica, fue el promover la adoración a Jesús Sacramentado. Aquellos años de terror él hablaba de amar a Dios y aquí venían soldados, militares, autoridades que trabajaban en el Municipio, en aquellos años CORDE, y en otras Instituciones y cada semana se ponían de rodillas ante el Santísimo y, recordarán perfectamente ustedes, cómo Monseñor a los que pasaban una prueba de determinados meses de permanecer adorando a Jesús Sacramentado, cada semana por media hora, después de superar tres meses, les entregaba el medallón del Santísimo y así varias personas después perseveraron llevando el medallón y con mucho orgullo santo eran adoradores  del Santísimo. 

Y hay hermosos testimonios como aquello que contaban las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Aquí varios años atrás había un sacristán al que puede conocerle cuando yo era pequeño, se llamaba Don Augusto. No sé cuántas Misas habrá escuchado Don Augusto. Muchas Misas, muchas Misas. Don Augusto como toda persona también tenía sus problemas familiares pero era un adorador del Santísimo y comentaban las Hermanitas de los Ancianos Desamparados cómo cuando en aquellos años el Hogar de Ancianos funcionaba donde era el Hotel Perú. Allí fue trasladado el sacristán porque ya era un ancianito  y  corría el riesgo de caerse incluso al subir el campanario. Por eso le pusieron unas barandas para que no se caiga. Pues este sacristán, aquí hacia su adoración al Santísimo y cuando fue al hogar de ancianos ninguna semana dejó de adorar al Santísimo, hasta el final, cuando Dios le llamó a su presencia. Hermanos, díganme si esas personas n
o son bendecidas.

Muchos han sido bendecidos en sus hogares. Dios les ha dado la fortaleza si han tenido enfermedades han sabido llevar esa enfermedad con mucha paciencia. Eso hace Jesús desde el Sagrario. Muchos han descubierto su vocación a la vida matrimonial o también al sacerdocio.  Recuerdo, éramos pequeños, y ahora me toca ser párroco pero yo comencé siendo también monaguillo en esta Iglesia. Monseñor Demetrio a todos los acólitos, así como ven ustedes a todos los pequeños que han salido hoy en esta celebración,  pues monseñor Demetrio a estos pequeños cuando éramos así nos decía  que teníamos que adorar al Santísimo siempre. Antes de participar en una clase de música en el seminario nos decía: “Primero saluden al Santísimo”, y al salir de las clases de música: “Despídanse de Jesús, del Dueño de la casa”. Y nos enseñaba a tratar a Jesús Sacramentado. Quizá por eso, Dios ha bendecido esta Diócesis porque Monseñor nos enseñó amar a Jesús y es algo que no debemos perder.

Jesús nos dice “Yo soy el Pan de Vida,  el que come mi Cuerpo tendrá vida eterna”.  Pues nosotros, comulguemos con mucho recogimiento. Recuerden cómo lo hacía Monseñor Demetrio. Cuando daba la comunión a cada persona pues como que estaba rezando por esa persona de un manera muy especial. ¡Cómo vivía la Santa Misa! Cuando entraba al Seminario Mayor quedaba sumido en una profunda oración cuando  saludaba Jesús sacramentado y seguro le pedía por ti por mí y por esta Diócesis. Queridos hermanos, amemos a Jesús Sacramentado.  Todos tenemos que hacer así. En el centro de nuestro amor Jesús, luego ya vendrá la familia y los demás lazos de amistad pero primero Jesús. De ahí sacaba la fuerza y  la valentía y la alegría y esas ganas de bendecir a todos. En alguna ocasión Monseñor decía que el Papa Juan Pablo II hablaba de “la teología de la bendición” y el Cardenal Ratzinger, futuro Papa Benedicto, decía que los sacerdotes son “hombres de bendición”. Hoy nos falta bendición. Falta que las familias sean bendecidas, que los enfermos encuentren fuerzas, que los niños sean librados de las cosas malas, que los jóvenes encuentren el verdadero sentido de sus vidas.  Pues ¡tantas bendiciones que nos faltan! ¡Busquemos a Jesús en la Hostia Consagrada!

Ahora podemos pensar también en lo que nos espera. Monseñor Isidro hubiera querido estar en esta Santa Misa, pero antes de que él viaje yo le consulté: -Monseñor el día diecinueve de agosto será el quinto aniversario de la muerte de Monseñor (Demetrio) -perdón que diga estas cosas- ¿qué hay de una posible introducción de un proceso de Monseñor Demetrio? Monseñor Isidro lo pensó y me dijo (y se lo digo a ustedes): “Lo voy a consultar”. Pero independientemente de lo que la Iglesia decida oficialmente el día de mañana, como dice el Papa Francisco, “el Santo Pueblo Fiel de Dios no se equivoca”. La gente sencilla tiene la fe que Dios quiere. Entonces de nosotros depende. El día del funeral de monseñor Demetrio, Monseñor Isidro dijo “tenemos un intercesor en el cielo”. Lo dijo el Obispo no lo digo yo…    Acudamos a él pidiéndole por nuestros problemas, por nuestra Diócesis, por las familias, por los sacerdotes, por las religiosas, por tantas necesidades. Es decir, hay que invocar mucho a Monseñor Demetrio y pedirle que él nos ayude. Hay por ahí testimonios de algunas personas que han recibido algún favor desde el cielo. Pues si tú recibes algún favor desde el cielo no te olvides de comunicarnos porque eso será importante para que nosotros también lo demos a conocer a nuestro querido monseñor. Ojalá muchos le conozcan. Hoy, cuando se denigra el sacerdocio por malos testimonios, cuando su país natal  atraviesa también situaciones muy difíciles: han legalizado hace poco el aborto en Irlanda. Pues Monseñor Demetrio es hijo de la noble Irlanda, hijo de San Patricio. No todos son malos. Él es  un modelo para nosotros y es conocido en otros lugares.

Vamos a pedirle a nuestra Madre, la Virgen de las Mercedes, que nos acompaña y preside desde el Retablo Mayor. Que a cada uno de nosotros nos haga amar más a Jesús Sacramentado y que pidamos mucho por esta Diócesis. Los sacerdotes que vienen de afuera han dado su vida para que nosotros lleguemos al día de hoy con fe, tenemos que agradecerles mucho pero la Diócesis sigue caminando, peregrinando. Que la Virgen de las Mercedes a todos nos cubra con su manto para que en estas Diócesis nunca desaparezca el amor a Jesús,  para que nosotros alcancemos al Cielo, hay que invocarle mucho a nuestra madre  la Virgen de las Mercedes…

Queridos hermanos, creo que todos nos emocionamos en el día de hoy  porque todavía en esta Catedral como que se sienten los pasos y la voz melodiosa de nuestro obispo. Él está en la cripta. Vayamos y recemos, elevemos plegarias para que pronto, si Dios quiere, sea glorificado. Que así sea. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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